domingo, 22 de junio de 2014

¿Hay algo más humano que el amor?

Somos amantes de lo efímero, porque el miedo a que la felicidad desaparezca nos hace aferrarnos a ella.

Somos soñadores de lo imposible porque nos encanta creer que conseguiremos lo que otros antes no pudieron. 

Somos seguidores de los amores fugaces porque tienen el encanto especial de hacernos creer que un día se convertirán en eternos. 

Somos marionetas movidos por los hilos del amor porque en cada suspiro reflejamos una lágrima que, desconsolada, se suicidó lanzándose al vacío de la desesperanza.

Somos amantes de la locura, de la aventura, de la sonrisa de hoy y el llanto de mañana. Somos amantes del dolor porque sabemos que merece la pena la posterior calma. Perseguimos la tormenta porque soñamos que la resistiremos con fuerza.

No somos más que la esperanza de encarnar la historia más bonita jamás contada. Somos amantes incluso del desamor porque, al menos, tiene algo de amor, y eso nos es suficiente.

Somos fieles seguidores de la magia de una mirada, de una caricia accidental (o no), de un susurro por la espalda. De la piel herizada, de los ojos que se cierran con fuerza en un abrazo, del suspiro que te permite distinguir su perfume entre la gente.

Somos esclavos del recuerdo que mantiene el sentimiento vivo, y de la imaginación que nos hace construir un futuro improbable, pero feliz.

Somos sueños, ilusiones. Somos amor...

Porque somos humanos... y díganme... ¿Hay algo más humano que el amor?

El primer día del resto de mi vida.

Algunas personas escribimos desde el anonimato porque la sociedad se debate entre reconocer su adicción a las redes sociales y ridiculizar a quienes expresamos sus sentimientos en ellas.

Podemos decir, entonces, que la sociedad es así de Puta. Y podríamos decir también que la vida lo es aún más.

La vida es puta porque en ocasiones, sin explicación, te presenta un obstáculo ilógico, sin sentido, que puede hacerte dudar incluso de tu capacidad para salvarlo.

Quien crea en un Dios, sea el que sea, puede aferrarse a su fe creyendo que debe pagar por algo que hizo o que debe superar esta prueba para después tener un futuro mejor.

Hace tiempo que dejé de creer en un más allá reinado por un Dios que nos hace fuertes a base de dolor o que permite que ocurran desgracias en el mundo. Ya ni siquiera creo en el karma puesto que no considero haber sido tan mala en el pasado; ni creo que las personas que me rodean tengan una deuda tan grande con el destino como para sufrir a causa de mis problemas, puesto que los sufren con creces más que yo.

Y no creo en nada porque sólo creo en mí. Creo en mi capacidad para superar los obstáculos sin perder la sonrisa. Creo en mi fuerza y mi capacidad para conseguir todo lo que me proponga. Creo en la gente que me rodea, en las manos de las que dependo y creo en la fuerza de la mente para controlar todas nuestras emociones y mantenerme bajo control.

Porque nadie llegó a ninguna cumbre con miedo... Creo en mi valentía.
Porque no hay fuerza más poderosa en el universo que la voluntad de vivir... Creo en mi corazón, y creo en mí.

Podría decir que la vida es así de puta... pero mi optimismo no me lo permite. Porque enfrentarme a obstáculos como este ha sacado lo mejor de las personas que me rodean, y me han regalado gestos de cariño inolvidables.

Y a pesar de todo, estoy feliz, porque mañana será el primer día del resto de mi vida.

Tu gran amor.

Dicen que a lo largo de nuestra vida tenemos dos grandes amores: uno con el que te casas o vives para siempre, puede ser el padre o la madre de tus hijos…Esa persona con la que consigues la compenetración máxima para estar el resto de tu vida junto a ella..

Y dicen que hay siempre, un segundo amor, una persona que perderás siempre. Alguien con quién naciste conectado, tan conectado que las fuerzas de la química escapan de la razón y te impedirán siempre, alcanzar un final feliz.

Hasta que cierto día dejarás de intentarlo…Te rendirás y buscarás a esa otra persona que acabarás encontrando, pero te aseguro que no pasarás ni una sola noche, sin necesitar otro beso suyo o tan siquiera discutir una vez más.

Ya sabes de quién que estoy hablando, porque mientras estabas leyendo esto, te ha venido un nombre a la cabeza. Te librarás de él o de ella, dejarás de sufrir, conseguirás encontrar la paz (será sustituido por la calma), pero te aseguro que no pasará ni un solo día en que desearás que este aquí para perturbarte.

Porque, a veces, se desprende más energía discutiendo, con alguien a quien amas, que haciendo el amor con alguien al que aprecias.

-Paulo Coelho, "El Zahir"-

Amores no correspondidos.

"Los amores no correspondidos son la droga natural más potente de este mundo. Tanto de los que los sienten como de los que no los corresponden. Todos siempre acaban sufriendo, pero vuelven a caer en sus redes.

Hay una épica difícil de explicar: se sufre, se intenta, se sufre, se prueba...

¿Qué te lleva a desear a alguien con tanto ahínco cuando sabes que no te quiere?"

-Albert Espinosa, "Brújulas que buscan sonrisas perdidas"-

Sin ti lo soy todo.

Dicen que cuando estás enamorado no importan las despedidas, ni el tiempo que pase, ni lo que ocurra entre medio; no importa que te jure que se acabó o que te mande al infierno, ni siquiera importa si ha conocido a otra persona. Cuando el sentimiento es verdadero, siempre encuentras la manera de mantener viva la esperanza. Es algo inconsciente y muchas veces en contra de nuestra voluntad. Ves señales por todas partes. Señales que te llevan a esa persona, a ese lugar, señales que imaginas, o no, quizás son reales. Quizás exista esa energía común que hace y deshace cuando menos lo esperas y más lo necesitas. Y quizás, también, pase que ya no vuelva nunca más, pero tú, tú te empeñas en seguir esperando.

Este escrito va por esas personas que lo dejarían todo, si él, si ella, les dijera: ven; por las que se beben de un trago canciones melancólicas sin dudar, mientras caminan por la calle recordando lo que fue, imaginándose lo que podría ser; por esas personas cuyo destino no depende de ellas, sino de una llamada desesperada, de un encuentro fortuito y tantas veces soñado; por las que viven a la espera de un regreso necesitado, que llega con retraso; por esas personas que se han olvidado de lo más importante: el amor propio.

El desamor es traicionero y todo nuestro alrededor está metido en el ajo. Novelas de amores heroicos, canciones nostálgicas, películas soñadoras… nos empapan de historias, canciones y sentimientos en los que hay amores que matan, y los que no, nos rescatan, convirtiéndonos en títeres de la espera, la frustración y la desolación. Y es que en el fondo, necesitamos creer que sí, que el amor está por encima de todo, que es capaz de dejarnos sin aire y que cuando se acaba, tú, yo, nosotros, dejamos de ser. Pero la realidad es que nadie, absolutamente nadie, muere de amor.

Es cierto. No te engaño. No existen amores que maten, ni amores que nos rescaten, no existen porque el único amor capaz de hundirte o salvarte es el de uno mismo. La buena noticia es que, como es tuyo, tú decides qué hacer con él. Hay decisiones que nos acompañan toda la vida y por eso, elige tú, no vivas esperando a que te elijan. No busques a quien no hace nada por encontrarte, no sigas apostando por quien no apostó por ti, pero sobre todo, no quieras morir por quien quiere y puede vivir sin ti.

Este escrito va por ti. Tú que de tanto pensar en él te has olvidado de ti. Tú que subastas tu amor al menor postor, sin miramientos, ni condiciones. Todavía tienes una opción: quiérete. Quiérete a ti más que a nadie. Conócete y deja de preocuparte por los que no se dejaron conocer. Y, apuesta por el amor más leal de todos los amores. Todavía tienes esta opción. La opción de optar por ti.

“Porque sin ti, sin ti lo soy todo”

Gisvel Vivas

Ser feliz.

Creí que duraría más el dolor. Creí que, por miedo a que volvieras y no te gustase lo que encontraras, permanecería inerte para siempre.

Ni siquiera me atreví a refugiarme en otros brazos, porque sabía que no conseguirían librarme del frío. 

No fui capaz de reflejarme en otra mirada, ni probé otros labios que, aunque pudiesen besar mejor, no tuviesen tu sabor.

Esperé, y esperé. Y desesperé.

Y Quizá ya esté, por fin, preparada, para que me abriguen otros brazos que sí me arropen del frío. Quizá por fin haya llegado el momento de permitir que otros ojos se claven en mí. 

Quizá ya haya llegado el momento de permitirme ser feliz.
Es tan frágil la verdad y tan fuerte la mentira, que una sola mentira puede hacerte dudar del resto de verdades.